LA CONQUISTA DEL PAÍS DE MORFEO – Capitulo Ia: La Concepción Animista del Mundo.

LA CONCEPCIÓN ANIMISTA DEL MUNDO

La percepción o la sensación hablando en términos generales

constituye el efecto causado en la materia viviente, por los impactos

y colisiones que tienen lugar entre la materia viviente y el medio

que la contiene.

La conciencia o espíritu es el producto del devenir dialéctico de la

sensación; cuando el desarrollo cada vez mas complejo y diferenciado

de la materia viviente, determina que la materia viviente desarrolle

a partir de la sensación la discriminación perceptiva. Este

desarrollo de la discriminación perceptiva como conjunto de funciones

sensitivas diferenciadas que se desarrollan a partir de la función

sensitiva primaria, constituye la característica esencial de la

materia viviente, dando lugar a la formación de una superestructura

sensitiva, que en función de su devenir dialéctico a través de un

proceso de selección negativa, llega finalmente a alcanzar la

autodiscriminación perceptiva; momento a partir del cual se configura

la conciencia o percepción psíquica, que expresa la capacidad de

objetivización frente al medio.

El desarrollo de la autodiscriminación perceptiva, implica un alto

nivel de adaptación al medio, dentro del marco ecológico de un bajo

nivel de especialización.

La configuración del cuerpo de los animales, el habitad y las

costumbres determinan su grado de especialización, en tanto que la

abundancia relativa en los diferentes hábitats o en un solo hábitat,

indican su capacidad de adaptación.

Los carnívoros son animales que pueden estar peor o mejor adaptados,

pero que tienen la cualidad de estar mas especializados que los

omnívoros.

Sin embargo la cuestión que nos importa en este momento, es señalar

que la evolución de las especies no obedece al azar sino al devenir

dialéctico de la materia viviente, la cual en su devenir dialéctico

al igual que toda la materia del cosmos, es regida por la alternancia

cinética de las fuerzas de atracción y repulsión, las cuales a nivel

cósmico constituyen la base del llamado principio de conservación de

la energía, pudiéndose comparar el universo al movimiento rítmico de

un muelle, cuyo rendimiento fuese igual a la unidad. De modo que

mientras la fuerza cinéticamente activa impulsa el movimiento de

expansión o contracción, la fuerza cinéticamente reactiva se opone a

este movimiento y si la activa ha liberado la energía cinética

entonces esta es absorbida por la fuerza cinéticamente reactiva

transformándose en energía potencial, que a su vez se liberara,

después que la energía cinética haya sido completamente absorbida y

acumulada como energía potencial por la fuerza reactiva.

Podemos definir la fuerza como una relación activa y reactiva, donde

la energía se libera y se acumula. Naturalmente que el universo es un

sistema cerrado cuyo tiempo cíclico es igual a 2PI, y cuyo

rendimiento es igual a la unidad, pues el movimiento de la materia

cuántica o fotónica no consume energía, por ser los fotones

partículas constituidas por un campo de fuerza positivo e

indivisible.

Desarrollando el tema diríamos que el fotón cuya mas es:

mf= 0/7385 x 10^(-42) gramos,

constituye la partícula cuántica a partir de la cual se forman las

otras partículas compuestas. En una definición rigurosa diríamos que

hay los siguientes tipos de partículas, siendo las otras variantes de

estas o momentos cinéticos de las mismas:

1) El neutrino.

2) El electrón.

3) El protón.

4) El neutrón.

5) El átomo.

6) La molécula.

Estas seis partículas compuestas constituyen la base sobre la que

descansa y se fundamenta la variedad de partículas y formas de la

materia.

La velocidad de la luz que es aproximadamente 299793 km/s, tiene por

base y limite el principio de conservación de la energía, pues si las

partículas cuánticas o fotones que expresan la fuerza de repulsión

diferenciada como una pluralidad de campos de fuerza positivos que

constituyen la materia, pudiese tener en su desplazamiento como

partículas libres una velocidad mayor o menor de 299793 km/s, el

principio de conservación de la energía carecería de todo fundamento

y validez.

La velocidad de la luz es por tanto el diferencial cinético, de la

función cósmica cuya integral constituye el principio de conservación

de la energía.

El universo expresa la existencia simultánea de dos diferenciales y

una integral, constituida por el movimiento o devenir dialéctico de

la materia.

La primera diferencial la constituye la materia como expresión de la

fuerza de repulsión diferenciada, estando constituida por una

pluralidad de campos de fuerza positivos, que son las partículas

cuánticas o fotones.

La segunda diferencial es el espacio como expresión de la fuerza de

atracción diferenciada, que al ser común a la totalidad de las

partículas cuánticas, constituye un campo de fuerza negativo

contenedor de la materia.

La integral de estas dos diferenciales, es el movimiento o devenir

dialéctico de la materia.

La materia como unidad de masa y movimiento, constituye la energía o

devenir dialéctico de la materia.

La concepción metafísica o idealista, considera que la síntesis no

esta en el movimiento perpetuo de la materia como unidad indivisible

de masa y movimiento o en la antinomia dialéctica de las fuerzas de

atracción y repulsión, sino en la nada metafísica donde cesa no solo

el movimiento sino también la antinomia dialéctica de las fuerzas de

atracción y repulsión.

Así la materia y el espacio se definen como diferenciales cuya

síntesis o integral es el devenir dialéctico o movimiento, pues el

movimiento es entre los entes constitutivos de la materia, no

existiendo el movimiento sin materia y la materia sin movimiento como

pretenden los metafísicos y la metafísica.

La metafísica o el idealismo, parte de la nada metafísica sin

antinomia dialéctica de las fuerzas de atracción y repulsión como

origen del universo, de modo que podríamos decir que para ella el

universo es la diferenciación de una nada donde ni tan siquiera

existe la antinomia estática de las fuerzas de atracción y repulsión.

Físicamente la antinomia estática de las fuerzas de atracción y

repulsión se resuelve en una antinomia cinética como espacio y

materia. Siendo para la metafísica esta unidad indiferenciada en la

estaticidad que es su nada, de donde deberían surgir el espacio y la

materia, que seria entonces el universo manifestado.

Termodinamicamente la nada física coincide con el cero absoluto. El

universo seria la antinomia cinética de las fuerzas de atracción y

repulsión, en tanto que la nada seria la antinomia estática de las

mismas. La materia seria entonces la fuerza de repulsión

diferenciada, que se manifiesta como una pluralidad de campos de

fuerza positivos, que constituyen las partículas cuánticas; en tanto

que el espacio seria la fuerza de atracción diferenciada, que al ser

común a la totalidad de las partículas cuánticas se manifiesta como

un campo de fuerza negativo contenedor de la materia. Para la

metafísica o idealismo, el movimiento seria una nueva diferenciación

del espíritu.

Pero en esencia el espíritu, es la nada lo inexistente tanto

estáticamente como cinéticamente. En si mismo el termino espíritu

expresa la interpretación metafísica de la antinomia estática de las

fuerzas de atracción y repulsión, al ser definido como lo

inmanifestado, lo incognoscible, el pneumeno o la cosa en si. Sin

embargo la antinomia estática se manifiesta como antinomia dinámica,

en tanto que el espíritu como nada sin antinomia estática es

inexistente y tan solo refleja una interpretación antropomórfica de

la naturaleza.

El movimiento, la materia y el espacio constituyen la trinidad

existencial, siendo inseparables y existiendo simultáneamente, como

triada indivisible que constituye la existencia. La tesis (materia)/

la antítesis (espacio) y la síntesis (movimiento), existen

simultáneamente y si alguno de ellos dejara de existir, los otros dos

no podrían seguir existiendo, pues la realidad es el devenir

dialéctico de la materia, estando constituido este devenir dialéctico

por los tres momentos dialécticos de la existencia: la materia, el

espacio y el movimiento. Que constituyen la síntesis inmediata e

indivisible de la existencia.

El movimiento nos lleva a plantearnos el problema del tiempo. El

tiempo expresar i a la unidad indivisible de los tres momentos

dialécticos, siendo la expresión cristalizada de los mismos. Si bien

el tiempo no se diferencia del movimiento siendo el tiempo la

manifestación particularizada del movimiento, en tanto que el

movimiento constituye la existencia del espacio y de la materia como

manifestación de la antinomia cinética de las fuerzas de atracción y

repulsión, el tiempo es a su vez la expresión particularizada del

movimiento, bien sea referido a un ciclo o semiciclo cósmico o a una

fracción del mismo. Ello nos lleva al principio del tiempo cuántico o

diferencial de tiempo. Un diferencial de tiempo es aquella fracción

de tiempo indescomponible, donde todo sucede simultáneamente, de modo

que tiempo es la integral o suma de estos diferenciales.

El movimiento es eterno, no tiene principio ni fin, cada ciclo

cósmico es una repetición del anterior; entendido el concepto de

repetición a nivel microcósmico del ciclo, que a su vez expresa

fenotípicamente la existencia de la totalidad, en tanto que la

sucesión indefinida de ciclos cósmicos es la expresión genotípica de

la existencia como totalidad. El contenido de cada ciclo viene

determinado por el azar y la necesidad, siendo la necesidad o

determinación el principio de conservación de la energía, en tanto

que el azar constituye la forma particularizada o fenotípica en

función de la cual se realiza este principio, que hace que la

potencialidad de lo posible devenga en la efectividad de lo real.

La antinomia estática de las fuerzas de atracción y repulsión, existe

como limite o negación del universo o movimiento como integral o

síntesis de los dos diferenciales espacio-tiempo. El movimiento como

expresión de la antinomia cinética reproduce fenotípicamente la

antinomia estática dando lugar al desarrollo de la materia compuesta.

En definitiva la materia simple se va condensando como materia

compuesta, dando de este modo lugar a la formación de una antinomia

estática de las fuerzas de atracción y repulsión, de forma que el

movimiento de las partículas cuánticas se modifica.

Un aspecto a considerar es no confundir la velocidad de las

macromasas de materia cuántica con la velocidad relativa de los

fotones entre si. Sin embrago hemos de señalar que el fotón puede

perder energía cinética y ganar energía potencial, si su movimiento

de traslación disminuye en tanto el de rotación se incrementa.

La relentización del movimiento de los fotones, cuya velocidad de

traslación tienda a cero en tanto la de rotación tienda a alcanzar la

velocidad de la luz, nos define el transito de la energía cinética a

la potencial. De lo que podemos de deducir que la energía del fotón

es una constante igual al producto de su masa por la velocidad de la

luz al cuadrado. Siendo la velocidad del fotón igual a la suma

vectorial de las velocidades de traslación y rotación del fotón. La

luz o empleando una expresión mas global la radiación

electromagnética, esta formada por fotones cuya velocidad de rotación

que determina su energía potencial tiende a cero, en tanto que su

velocidad de traslación que define su energía cinética es máxima.

El modulo de la velocidad del fotón es siempre igual a la velocidad

de la luz mas un diferencial, siendo el valor de este modulo igual a

la suma vectorial de sus velocidades de traslación y rotación. De

modo que en función de la ley del desarrollo desigual y combinado,

este proceso da lugar a la condensación de grandes masas de fotones

(condensación macrocósmica), que finalmente da lugar a procesos de

condensación microcósmica que concluye con la formación del

hidrogeno, el cual en función del proceso de fusión nuclear da lugar

a la formación de los demás elementos. Después de esta breve

referencia al proceso de desarrollo del universo, vamos a entrar en

el tema que nos interesa la formación de la materia viviente, tras lo

cual podremos abordar el proceso de desarrollo de la conciencia

humana, sin dar saltos en el vacío.

La formación de la materia viviente y su medio, tiene lugar en

función del proceso de solidificación de la corteza terrestre, el

cual al generar la salida de los gases contenidos a una elevada

presión, determina que estos al escapar por entre las aberturas de la

corteza terrestre, estos gases expulsados a causa de la condensación

al incidir con una alta velocidad sobre los gases atmosféricos darían

lugar a una superfricción generadora de gigantescas tormentas

eléctricas. Probablemente las gigantescas tormentas eléctricas

observadas en Júpiter, quizá obedezcan a este fenómeno.

Estas gigantescas tormentas eléctricas dan nacimiento a la materia

viviente y al medio que la contiene. Hay que señalar que el medio

biológico (agua o vapor de agua) y la materia viviente se crean

simultáneamente.

La sensibilidad o reflejo reactivo frente al medio que la contiene,

constituye la esencia de la materia viviente y el fundamento del

proceso evolutivo, entendiendo por sensibilidad en este caso la

irritabilidad o reacción bioquímica.

La evolución implica el desarrollo diferenciado del reflejo negativo.

La cualidad de la materia viviente, es la de generar un reflejo

reactivo frente al conjunto de impactos y colisiones, que tienen

lugar entre la materia viviente y el medio que la contiene.

La materia inorgánica presenta una reactividad estática, frente a los

impactos y colisiones del medio, de forma que la erosión las disuelve

y desintegra, en tanto que la materia viviente transforman su

reacción estática frente al medio en reacción dinámica. Siendo esta

reacción dinámica frente al medio, que se manifiesta como capacidad

reproductora, la que constituye el reflejo fundamental de la materia

viviente.

Así tenemos que el reflejo reactivo o sensibilidad, cuya primera

manifestación es la reproducción, como respuesta a la erosión del

medio sobre la materia viviente, expresa la transformación en

cinética del principio de conservación inercial de la forma que

caracteriza a la materia inorgánica, la cual la posee potencialmente

en la forma, siendo este el tema del que se ocupa la resistencia de

materiales, o mejor dicho la rama de la física que estudia la

resistencia de materiales.

La ley de acción y reacción de la materia inorgánica, esta

ampliamente demostrada por la física, de modo que la materia orgánica

lo que hace es expresar la transformación de la ley de acción y

reacción respecto a la conservación de la forma, de estática en

dinámica al incrementarse la complejidad de la estructura molecular

de la materia. De modo que tendríamos:

1) Las tormentas eléctricas que tienen lugar durante la fase de

solidificación de un planeta, dan lugar a la formación de la materia

viviente y del medio que la contiene.

2) El reflejo reactivo frente al medio es un producto de la

transformación de la conservación inercial de la forma frente a la

presión del medio, de estática en dinámica al producirse una

estructura molecular que conserva su forma en función de un proceso

de autoconstrucción. En una palabra la capacidad de reacción activa

de conservación frente al medio y su erosión, constituye un producto

de la estructura molecular que caracteriza a la materia viviente.

3) La diferencia entre la materia orgánica e inorgánica, expresa la

diferencia entre una estructura molecular simple y compleja. Siendo

la sensibilidad o reacción activa frente al medio, la expresión

dinámica de la conservación reactiva de la forma frente a la erosión

del medio.

Podemos decir que la complejización de la estructura molecular de la

materia conjuntamente con la formación de un medio, que mantenga

estabilizada las estructuras moleculares vivientes, viene determinada

por un salto cualitativo cuya principio causal es la energía

electrostática, la cual es generada por las superfricciones que

tienen lugar entre los gases libres que forman la atmósfera del

planeta y, los gases liberados por el planeta en el momento de

solidificarse. Estos acontecimientos los creadores de la materia

viviente.

Como parece probable, la materia viviente se desarrolla primero en su

totalidad en un medio acuoso, siendo la emersión de las tierras el

inicio del segundo proceso de solidificación del planeta. Así tenemos

que si la materia inorgánica es el producto de las tempestades

sísmicas, la materia orgánica es el producto de las tempestades

atmosféricas originadas en el proceso de solidificación del planeta.

La fricción sísmica crea la materia inorgánica, la fricción

atmosférica la orgánica. Entre la materia orgánica y la inorgánica no

hay una evolución gradual, pues la materia inorgánica evoluciona

sísmicamente dando lugar a la formación de materiales y elementos

pesados.

Sintetizando di riamos que la confrontación entre las fuerzas

centrípetas y centrifugas, determino a partir de las tempestades

atmosféricas que que originaba dicha confrontación, que se liberaran

enormes cantidades de energía eléctrica. El rayo, la chispa eléctrica

gigantesca, fue la energía que dio origen a la vida sobre la Tierra

al formar una complicada estructura molecular cuya conservación

reactiva frente a la erosión del medio, se transformo de estática en

dinámica. El desarrollo de esta cualidad de reaccionar cinéticamente

reproduciendo la forma frente a la erosión del medio, es lo que

constituye la evolución de la materia viviente.

Si consideramos y definimos la sensación como el efecto causado por

el conjunto de impactos y colisiones, que tienen lugar entre la

materia viviente y el medio que la contiene; tenemos que el elemento

causal de la sensación es el mismo que provoca la erosión en la

materia inorgánica, pues esta erosión es el producto del conjunto de

impactos y colisiones que tienen lugar entre la meterla inorgánica y

el medio que la contiene.

La sensación tiene como causa un contenido objetivo generado por esta

causa objetiva, viniendo definido este contenido como ya hemos dicho

por los impactos y colisiones entre la materia viviente y el medio

que la contiene, sin embargo la sensación ademas de ese contenido

expresa la reacción conservativa Genéticamente activa de la forma,

que la materia viviente da como respuesta al impacto o colisión que

altera su estructura, generando una reacción en sentido contrario,

que restablece o tiende a restablecer o neutralizar la deformación

causada por la colisión o impacto.

Así tenemos que la conservación de la forma, expresa una reacción

recuperativa frente a los impactos y colisiones deformantes, que en

física se conoce como elasticidad, y que podemos denominar reacción

elástica del cuerpo frente a la fuerza deformante.

Esta reacción elástica constituye lo que podríamos denominar el

principio de conservación de la forma, y que profundizando vemos que

es el principio de conservación de la materia compuesta.

El reposo inercial, es un efecto de la materia compuesta,

constituyendo tal reposo inercial el principio de conservación de la

forma.

Solo la masa de la materia compuesta es masa inerte, en tanto que la

masa simple o fotónica carece de masa inerte, y su masa se conserva

en forma indiferenciada en función de los movimientos de traslación y

rotación de la partícula cuántica o fotónica. De esta forma tenemos

claramente expresado el problema del incremento de la masa inerte y

de la perdida de masa inerte, el cual se refiere a la materia

compuesta, en tanto que la materia simple es unidad de masa y

movimiento.

La constante de Planck h=6,625 x 10^(-27) Ergios/segundo, correspondiendo

h a la energía de un fotón, tenemos que siendo m la masa del fotón y

siendo la energía

E = m c^2 = h f.

Siendo m la masa del fotón y c la velocidad de la luz, tenemos que

nos da la energía del fotón en función del producto de la constante

de Planck por la frecuencia, de modo que si partimos de la energía de

un fotón correspondiente una frecuencia de emisión de un Herz,

tenemos que f = 1. De modo que podemos hacer la siguiente igualación:

mc^2 = h => m = [h : (m C^2)]

[6,625 x 10^(-27) Er/s x (1 cm x 1 g / Er)] / [(299793Km/1s)x(1000m/Km)(100cm/m)]

M = 0,737×10^(-42) g

Tenemos así establecida la masa del cantón o fotón como de

O,737 x 10^(-42) gramos. Si la masa del fotón fuera cero la energía seria

una entidad imaginaria, por ser entonces

E= mc^2 = O x (299793) = 0.

Con lo cual la metafísica tendría razón, por ser entonces la masa una

entidad imaginaria que seria reducible hasta cero, siendo entonces

la energía la expresión del espíritu como realidad trascendente e

incognoscible perceptivamente. Pero la teoría de Max Planck y la

validez de la misma, así como la determinación de la masa del fotón y

la diferencia entre masa simple y compuesta, permite superar las

contradicciones entre la Teoría de la Relatividad, la Teoría Cuántica

y el principio de conservación de la energía. Par i tiendo del hecho de

que la materia cuántica es una unidad indivisible de masa y

movimiento.

Con lo que acabamos de establecer sentamos firmemente la concepción

materialista del mundo, permitiéndonos pasar al estudio de la

formación de la conciencia, previo análisis de las raíces biológicas

de la misma. Lo que nos pondrá en condiciones de asimilar la

concepción animista del mundo en su totalidad y unidad indivisible,

como la forma primaria de experiencia humana.

Este capitulo va a ser el mas complejo y difícil de la obra, por lo

que recomendamos a los lectores su profundización o relectura después

de terminar la obra, pues hay lectores que sacan conclusiones

concretas a partir de una visión de conjunto, en tanto otros sacan

sus conclusiones concretas a partir de una comprensión ordenada y

sucesiva de cada parte. A estos últimos les aconsejamos que lean el

capitulo primero hasta comprenderlo plenamente, a los otros que lo

relean después de terminar el libro. Pues de hecho todo el resto de

la obra, va a ser el desarrollo social del proceso de formación de la

conciencia, en tanto que en este capitulo vamos a determinar su

formación biológica.

El desarrollo de la conciencia como ya hemos dicho es el desarrollo

de la capacidad de reacción dinámica de la materia viviente frente al

medio o mejor dicho frente a la erosión del medio. Esta capacidad de

reacción dinámica, es lo que constituye el reflejo o cualidad

esencial de la materia viviente.

Esta cualidad se expresa en la relación dinámica entre los ácidos

orgánicos y catalizadores, conjuntamente expresados en la molécula

proteica, la enzima o biocatalizador y el acido orgánico que

determina la forma de reacción y su ordenación constitutiva y

geométrica, en función de la cualidad de sus componentes.

Así tenemos que el acido constituye la energía bioquímica fijada y

estructurada con un determinado grado de adaptabilidad y

especialización, que se desdobla en acido desoxirribonucleico (ADN) y

ribonucleico (ARN). El ADN contiene el conjunto de la información

genética acumulada, en tanto que ARN, expresa la información genética

activa o cinética.

De esta forma la información genética activa o cinética ARN,

determina el desarrollo cuantitativo y cualitativo de la

sintetización de la materia orgánica. Los ácidos nucleicos contienen

la información de las moléculas vivientes, en tanto que el contenido

de las moléculas vivientes en ácidos nucleicos alberga la información

de las superestructuras moleculares. En este aspecto la

especialización de las moléculas vivientes o células o bacterias,

constituye de hecho la adaptación e integración a una superestructura

viviente del acido nucleico, y de la molécula viviente a un organismo

pluricelular.

De modo que el nivel de complejidad de la información genética de

cada molécula viviente, expresa la integración de esta en un medio

viviente mas complejo.

El biocatalizador, la proteína y el acido nucleico, son tres

entidades biológicas creadas simultáneamente, lo mismo que el medio

biológico, por las gigantescas tormentas eléctricas generadas por el

proceso de solidificación del planeta.

De hecho la materia viviente es la síntesis indivisible del acido

orgánico, el biocatalizador y núcleo proteico. El acido excita la

actividad de la molécula viviente, el catalizador neutraliza la

resistencia reactiva de la materia inorgánica acelerando y

amplificando el efecto del acido e incrementando la actividad del

mismo, por la acción de otras energías externas como luz y calor,

pues el catalizador hace de amplificador y neutraliza la resistencia

reactiva de la materia a sintetizarse, que queda fijada como proteína

orgánica que reproducen la enzima y el acido nucleico.

La proteína como núcleo o masa, determina la fijación del acido

nucleico y de la enzima, pues sin esta fijación la energía viviente

no podría conservarse; la materia viviente en tanto que reacción

cinéticamente activa esta expresada por esta triplicidad, que podría

expresarse como: Núcleo proteico-Acido nucleico-Biocatalizador.

El acido desoxirribonucleico queda en el núcleo proteico, en tanto

que el acido ribonucleico actúa a través del biocatalizador, de modo

que se produce la sintetización con un bajo contenido en energía, que

antes tuvo lugar con un alto contenido energético. De esta forma la

materia viviente formada originariamente de un modo masivo y con un

alto contenido energético, se desarrolla ordinariamente de un modo

particularizado dentro del medio en función de un bajo contenido

energético, sobre la base de una molécula con una inercia

conservativa de la forma cinéticamente activa.

El segundo principio de la termodinámica, se cumple respecto a la

materia inorgánica en el proceso de la erosión de la forma que esta

sufre en el medio donde se encuentra. La reproducción de la forma

frente a la erosión, significa una reacción inercial de la materia

diferenciada frente a la erosión del medio, de modo que podríamos

considerar que la reacción conservativa de la forma al pasar de

potencial a cinética, determina el nacimiento de la materia por si o

viviente, frente a la materia en si o inorgánica.

Los virus en principio no responden a la categoría de molécula

viviente, pues son núcleos proteicos con acido nucleico, pero

carentes de biocatalizadores. Es posible que los virus sean núcleos

proteicos aislados, que en la primitiva materia viviente jugaran un

papel siendo en la actualidad el equivalente de restos fecales de la

actividad de las células y bacterias.

En este aspecto el virus representaría material genético desechado, y

que constituiría posiblemente la parte del material genético cuya

eliminación y aislamiento diferenciado expresarla el acido

desoxirribonucleico; de modo que el virus es el conjunto de lineas

biológicas separadas y eliminadas por la molécula viviente, que han

perdido la capacidad de reproducirse por si mismas, pues no tienen

asociado el biocatalizador. Pero se reproducen aprovechando los

procesos endocelulares, teniendo el carácter de elementos

perturbadores, en el funcionamiento de las células y moléculas

vivientes en general.

Sintetizando diriamos que el devenir dialéctico de la materia, al

determinar a través de los impactos e interacciones de las partículas

nuevas partículas compuestas, da lugar a la configuración de nuevas

formas de movimiento, que expresan la configuración de los campos de

fuerza positivos y compuestos, que constituyen nuevas partículas.

La cualidad esencial de la materia es el movimiento, puesto que el

devenir dialéctico de la materia genera nuevas partículas compuestas,

que determinan nuevas formas de movimiento. El movimiento tiene

tiene su origen en la cualidad de las partículas cuánticas de

atraerse o repelerse entre si, todas y cada una de ellas, en función

de una alternancia cinética de las fuerzas de atracción y repulsión

que constituye la el devenir dialéctico de la materia; devenir

dialéctico de la materia que constituye la expresión de la existencia

absoluta inmutable, que genera y destruye continuamente formas

compuestas de materia y movimiento. En función de lo que acabamos de

ver tenemos establecida la base en la que descansan todas las formas

diferenciadas, pues la esencia es el genotipo de la forma, siendo la

esencia o cualidad simple el devenir dialéctico de la materia, que se

manifiesta en una pluralidad de formas diferenciadas que expresan las

formas compuestas del devenir dialéctico de la materia.

Las múltiples formas diferenciadas, son las manifestaciones

compuestas particularizadas de la esencia universal, constituida por

el devenir dialéctico de la materia y, del que todas las formas

compuestas particularizadas son momentos dialécticos.

El Universo es la forma compuesta universal, que contiene como

momentos dialécticos la totalidad de las formas compuestas

particularizadas del devenir dialéctico de la materia, que a su vez

en tanto que totalidad expresa la totalidad de las formas simples del

devenir dialéctico de la materia, que en su devenir desarrolla una

pluralidad de formas compuestas, para volver a una pluralidad de

formas simples, iniciando a partir de esta vuelta el ciclo anterior y

viceversa.

Una vez que hemos establecido el carácter concreto de la materia

viviente, la cual a través de los impactos y colisiones con el medio,

va desarrollando una superestructura morfológica, la cual implica una

creciente complejidad a medida que se desarrolla. Sin embargo las

moléculas orgánicas en esta primera fase se caracterizan por un bajo

Índice de especialización y un alto Índice de adaptación (las que

logran sobrevivir). En estas condiciones tenemos unos diferentes

grados de adaptación y unas diferentes configuraciones del medio, del

que la propia materia viviente forma parte inseparable.

La formación de las bacterias y seres unicelulares, constituye la

primera fase del desarrollo de la materia viviente, que determina la

configuración de diferentes estructuras conservativas de la forma

frente a la erosión del medio. La erosión particular del medio sobre

cada molécula de materia viva, expresa la erosión de las partículas

de materia viviente entre si ademas de la materia no viviente que

impacta y colisiona con la materia viviente.

La reacción cinéticamente activa de las moléculas de materia

viviente, frente a esta erosión del medio, determina la reproducción,

que a su vez en función de la erosión introduce un proceso de

realimanteación negativa o positiva, que constituyendo un desarrollo

de la reacción cinéticamente activa o reproducción, determina la

evolución introduciendo nuevas estructuras morfológicas en el

desarrollo de la materia viviente, ampliando unas especializando

otras; todo ello en función del desarrollo desigual y combinado de la

materia viviente frente al medio que la contiene.

Este desarrollo desigual y combinado de la reacción cinéticamente

activa de la materia viviente frente al medio que la contiene,

constituye la evolución y tiene como mecanismo regulador de carácter

negativo la selección natural.

La especialización de la materia viviente determina la formación de

diferentes estratos especializados y la formación de otros menos

especializados, los cuales desarrollarían nuevas características

morfológicas que serian nuevas formas de adaptación cinéticamente

activas a la erosión del medio.

En este proceso de reglamentación configurado por la interacción del

medio biológico como totalidad, se produce la evolución como

desarrollo desigual y combinado de diferentes formas de reacción

cinéticamente activas de la materia viviente frente al medio en su

relación particular y general. Ello produce la formación de nuevas

estructuras, la creación de nuevas formas, etc. El crecimiento, la

recombinación, las alteraciones del medio, la interacción de la

materia viviente entre si; todo el conjunto de fenómenos que

constituyen el proceso de la evolución. Siendo el desarrollo desigual

y combinado de la materia viviente, el producto de todos esos

factores y la esencia de la evolución.

El desarrollo de nuevos caracteres, solo es producto del azar en un

porcentaje muy pequeño, y en estos casos expresa mas la supresión y

eliminación de caracteres indeseables, que la creación de nuevas

especies o variedades de especie.

La emisión de una carácter genético, es en principio la adaptación

cinéticamente activa al medio, o el resultado de una colisión entre

caracteres dominantes debilitados por una mutua neutralización, que

permiten a una carácter que no corresponde a una adaptación al medio,

desarrollarse formarse a expensas de la inhibición mutua entre varios

caracteres.

De hecho este mecanismo de mutación al azar, se fundamenta en el

equilibrio de un efecto inhibitorio que al debilitar los caracteres

dominantes permite el desarrollo de un carácter no dominante,

constituyendo de alguna forma un defecto genético.

Sin embargo el mecanismo de las mutaciones, no es producto del azar

sino una adaptación cinéticamente activa al medio. Podríamos plantearlo

diciendo que la información genética de reserva se transforma,

transformación que da lugar a la plasmación de la misma en caracteres

positivos diferenciados.

Las mutaciones de hecho no tienen porque ser lentas, sino muy bruscas

y, con el desarrollo y recesión de gran cantidad de caracteres en muy

poco tiempo. Puede decirse que el tiempo entre una mutación y otras

mutaciones posteriores podría ser muy largo, no en lo que respecta al

desarrollo de caracteres, sino en lo que respecta a la acumulación de

información genética de reserva, para determinar en un breve plazo el

desarrollo y formación de un gran numero de caracteres genéticos.

Esto nos lleva a considerar que las mutaciones provocadas por el azar

constituyen la excepción y no la regla. Siendo los grandes cambios

biológicos el producto de los grandes cambios geológicos, que

determinan las revoluciones biológicas, transformando la información

genética acumulada por la materia viviente, en nuevas formas de

materia viviente adaptadas a la configuración del medio ecológico.

INDICE DE CONTENIDO

CONTACTO