LA CONQUISTA DEL PAÍS DE MORFEO CAPITULO V – El Proceso de Formación de las Conciencias Individuales.

EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LAS ALMAS INDIVIDUALES

El proceso de formación de las almas individuales expresa el proceso

de desarrollo de las fuerzas productivas, conjuntamente con la

liquidación de la poliandrogamia que lleva aparejado este proceso.

La individualidad expresa el proceso de transformación de la

represión coactivamente condicionada de la conducta sexual, por la

represión incondicionada de la conducta sexual, que van

introduciendo el conjunto de normas totémicas preceptivas, a medida

que se desarrollan las fuerzas productivas y la exogamia tiende a

proyectarse metafísicamente, a través de toda una serie de normas

preceptivas obligatorias, que constituyen la esencia de la conducta

totémica en su forma mas elevada.

La metafísica tiene sus raíces en las realidades concretas, pero en

su desarrollo estas realidades quedan sistemáticamente escindidas, en

un proceso de crecimiento y desarrollo de esta disolución de la

realidad concreta, que tiende cada vez en mayor medida a transformar

la conducta inicial, hasta transformar la prohibición totémica en un

condicionamiento subconsciente; o sea la moral como forma de

conducta, que consiste en envolver el origen de las normas sociales

en un conjunto de preceptos, que tienden a borrar las huellas de las

prohibiciones, así como el recuerdo de que lo que hoy esta prohibido

ayer estaba permitido.

No es de extrañar que de hecho podamos decir que el misterio como

contenido metafísico tiene por base la defensa del orden social

burgués, en tanto que este orden social burgués es la expresión

utópica o proyección metafísica del orden aristocrático.

El alma individual se desprende del alma colectiva (encarnada por la

poliandrogamia endogama), a partir del momento en que tiene lugar el

desarrollo de la exogamia, de modo que la represión de la conducta

sexual, conjuntamente con las restricciones preceptivas, impuestas a

esta conducta en función de las exigencias planteadas por el

desarrollo de las fuerzas productivas, es la que determina el proceso

de nacimiento de la individualidad.

En este aspecto la individualidad expresa la represión del conjunto

de tendencias que entran en contradicción con el orden social, así

como la autorregulación represiva de la conducta humana, que

determina la subordinación de las necesidades de los individuos a los

intereses colectivos.

Así podemos decir que el alma individual expresa la conducta de los

sujetos frente a la represión, que se transforma de condicionada en

incondicionada. El Súper-Yo metafísico, representado colectivamente

por el tótem, se desarrolla e individualiza, hasta hacer que el tótem

se convierta en parte integrante de la propia personalidad, expresada

como conjunto de necesidades que determinan la motivación de la

conducta.

La represión totémica o Súper-Yo colectivo, tiende a ser asumido

dentro de la conciencia particular, siendo esta particularización

individual del tótem, lo que constituye el llamado proceso de

individualización, que Kant llama imperativo categórico.

Sin embargo hay que señalar que la difusión del condicionamiento

represivo, no elimina ni suprime el condicionamiento represivo

fundamental que es la exogamia, tan solo se limita a darle una

configuración creciente, estableciendo una serie de prohibiciones

suplementarias, que al crecer determinan la desaparición del

condicionamiento totémico, transformando este en incondicionado y

generando nuevos condicionamientos, que sostienen dinámicamente los

anteriores, que en su proceso de formación en función del desarrollo

desigual y combinado de la conducta totémica, no llegan a adquirir

plena realidad objetiva, sino que se confunden como diferenciales

o momentos dialécticos de los nuevos condicionamientos.

Así pues tenemos la configuración arquetípica de los nuevos

condicionamientos, en una serie de conductas que contienen como

diferenciales represivos no manifestados los anteriores

condicionamientos; en función de lo cual se determina el proceso de

formación de las almas individuales.

El proceso de formación de las almas individuales podría describirse

de la siguiente forma:

1) Configuración de la conciencia emocional deductiva unificada.

2) Tal configuración determinarla que los deseos o conflictos

emocionales, constituidos por los deseos prohibidos y la prohibición

y el castigo implícito, se hicieran subconscientes.

3) Esta cristalización de un conflicto emocional como subconsciente

estaría determinada por la doble contradicción, provocada por el

deseo prohibido e insatisfecho por un lado y por otro lado por la

amenaza del castigo en caso de satisfacerlo; este conflicto se

agudizaba en la medida en que la fuerzas productivas en su desarrollo

hacían resaltar esta contradicciones amenazando con provocar una

crisis explosiva, que fue resuelta por medio de una reacción

colectiva que dio lugar a la formación de la conciencia emocional

deductiva unificada.

4) La conciencia emocional deductiva unificada constituye la

individualidad moral.

5) Un conflicto emocional reprimido por la conciencia emocional

deductiva unificada o individualidad moral, se traduce en conducta

arquetípica, que determina la sublimación o descarga de la tensión

generada por ese conflicto emocional, a través de una actividad que

esta en armonía con el desarrollo de las fuerzas productivas y el

conjunto de las relaciones sociales de producción, sobre las que

descansa tal nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.

Tenemos pues determinadas las cualidades del alma individual,

entendiendo por tal la individualidad moral, en su expresión social

como subordinación de las necesidades particulares a las colectivas.

En este ultimo aspecto cuando la tendencia a la dispersión social,

que se expresa en la amplitud demográfica, conjuntamente con el

particularismo de las organizaciones gentilicias, se produce el

proceso que lleva a la construcción de la aristocracia como clase

social.

Una vez sentado que la conciencia emocional deductiva constituye la

individualidad moral, podemos decir que esta individualidad moral es

la raíz o esencia de la individualidad, y solo será superada por la

individualidad racional, que muy pocos han alcanzado, y que en la

mayoría de los habitantes de este planeta pugna por salir, pese a la

sistemática e implacable represión de la ideología burguesa contra

esta posibilidad.

Volviendo al tema señalaremos que el alma individual o

individualidad moral se caracteriza:

a) Por expresar la sublimación arquetípica de la tensión emocional o

libidinosa, causada por los deseos reprimidos y las consecuencias de

la realización de estos.

b) La represión ideológica del deseo ocultando su existencia, por

medio de la creación de un mecanismo psíquico, que llamaremos cinismo

ingenuo, por determinar la ocultación de un deseo reprimido, a través

de una aspiración arquetípica que es la negación activa de este deseo

reprimido.

c) El efecto de esta represión o conducta arquetípica, tiene un

carácter reactivo de naturaleza defensiva frente al deseo, como

frente al castigo originado por el cumplimiento del deseo.

d) Esta negación de un deseo, que sin embargo existe como lo prueba

la adopción de una actitud moral, que expresa la negación activa de

este deseo proyectándolo fuera de la conciencia, a través de una

actividad arquetípica que es la negación del deseo reprimido pero que

presupone su existencia, pues en caso contrario la conducta moral

carecería de valor para el sujeto que la practica; siendo esta

conducta moral lo que constituye el cinismo ingenuo.

e) Con estas cuatro definiciones anteriores, tenemos el sucedáneo del

deseo reprimido, traducido en dos aspectos: a) su negación, b) su

sucedáneo compensatorio.

Resumiendo diriamos que los elementos sobre los que se fundamenta la

individualidad serian:

1) La negación del deseo reprimido por medio del cinismo ingenuo –

2) La creación del arquetipo.

3) La creación del arquetipo cognoscitivo, que determina la negación

del deseo reprimido en sentido positivo y, en el sentido negativo su

deformación hasta justificar positivamente la represión del mismo.

4) El desarrollo de una conducta arquetípica que sea la negación de

este deseo reprimido, o en su defecto la monstruosa degradación del

mismo.

5) Esta deformación monstruosa de la conducta antiarquetípica es

llevada a cabo por la individualidad moral, siendo el desarrollo

negativo de la represión moral. De hecho Dios y el Diablo son el

mismo ser aunque aparezcan como separados y opuestos, pues son la

expresión de la represión positiva y negativa del tótem cuando este

se individualiza particularizándose en la conciencia de cada

individuo.

6) La deformación arquetípica del cinismo ingenuo se expresa en las

neurosis y las psicopatías, como formas de expresión patológicas del

cinismo ingenuo.

INDICE DE CONTENIDO

CONTACTO