EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LAS ALMAS INDIVIDUALES
El proceso de formación de las almas individuales expresa el proceso
de desarrollo de las fuerzas productivas, conjuntamente con la
liquidación de la poliandrogamia que lleva aparejado este proceso.
La individualidad expresa el proceso de transformación de la
represión coactivamente condicionada de la conducta sexual, por la
represión incondicionada de la conducta sexual, que van
introduciendo el conjunto de normas totémicas preceptivas, a medida
que se desarrollan las fuerzas productivas y la exogamia tiende a
proyectarse metafísicamente, a través de toda una serie de normas
preceptivas obligatorias, que constituyen la esencia de la conducta
totémica en su forma mas elevada.
La metafísica tiene sus raíces en las realidades concretas, pero en
su desarrollo estas realidades quedan sistemáticamente escindidas, en
un proceso de crecimiento y desarrollo de esta disolución de la
realidad concreta, que tiende cada vez en mayor medida a transformar
la conducta inicial, hasta transformar la prohibición totémica en un
condicionamiento subconsciente; o sea la moral como forma de
conducta, que consiste en envolver el origen de las normas sociales
en un conjunto de preceptos, que tienden a borrar las huellas de las
prohibiciones, así como el recuerdo de que lo que hoy esta prohibido
ayer estaba permitido.
No es de extrañar que de hecho podamos decir que el misterio como
contenido metafísico tiene por base la defensa del orden social
burgués, en tanto que este orden social burgués es la expresión
utópica o proyección metafísica del orden aristocrático.
El alma individual se desprende del alma colectiva (encarnada por la
poliandrogamia endogama), a partir del momento en que tiene lugar el
desarrollo de la exogamia, de modo que la represión de la conducta
sexual, conjuntamente con las restricciones preceptivas, impuestas a
esta conducta en función de las exigencias planteadas por el
desarrollo de las fuerzas productivas, es la que determina el proceso
de nacimiento de la individualidad.
En este aspecto la individualidad expresa la represión del conjunto
de tendencias que entran en contradicción con el orden social, así
como la autorregulación represiva de la conducta humana, que
determina la subordinación de las necesidades de los individuos a los
intereses colectivos.
Así podemos decir que el alma individual expresa la conducta de los
sujetos frente a la represión, que se transforma de condicionada en
incondicionada. El Súper-Yo metafísico, representado colectivamente
por el tótem, se desarrolla e individualiza, hasta hacer que el tótem
se convierta en parte integrante de la propia personalidad, expresada
como conjunto de necesidades que determinan la motivación de la
conducta.
La represión totémica o Súper-Yo colectivo, tiende a ser asumido
dentro de la conciencia particular, siendo esta particularización
individual del tótem, lo que constituye el llamado proceso de
individualización, que Kant llama imperativo categórico.
Sin embargo hay que señalar que la difusión del condicionamiento
represivo, no elimina ni suprime el condicionamiento represivo
fundamental que es la exogamia, tan solo se limita a darle una
configuración creciente, estableciendo una serie de prohibiciones
suplementarias, que al crecer determinan la desaparición del
condicionamiento totémico, transformando este en incondicionado y
generando nuevos condicionamientos, que sostienen dinámicamente los
anteriores, que en su proceso de formación en función del desarrollo
desigual y combinado de la conducta totémica, no llegan a adquirir
plena realidad objetiva, sino que se confunden como diferenciales
o momentos dialécticos de los nuevos condicionamientos.
Así pues tenemos la configuración arquetípica de los nuevos
condicionamientos, en una serie de conductas que contienen como
diferenciales represivos no manifestados los anteriores
condicionamientos; en función de lo cual se determina el proceso de
formación de las almas individuales.
El proceso de formación de las almas individuales podría describirse
de la siguiente forma:
1) Configuración de la conciencia emocional deductiva unificada.
2) Tal configuración determinarla que los deseos o conflictos
emocionales, constituidos por los deseos prohibidos y la prohibición
y el castigo implícito, se hicieran subconscientes.
3) Esta cristalización de un conflicto emocional como subconsciente
estaría determinada por la doble contradicción, provocada por el
deseo prohibido e insatisfecho por un lado y por otro lado por la
amenaza del castigo en caso de satisfacerlo; este conflicto se
agudizaba en la medida en que la fuerzas productivas en su desarrollo
hacían resaltar esta contradicciones amenazando con provocar una
crisis explosiva, que fue resuelta por medio de una reacción
colectiva que dio lugar a la formación de la conciencia emocional
deductiva unificada.
4) La conciencia emocional deductiva unificada constituye la
individualidad moral.
5) Un conflicto emocional reprimido por la conciencia emocional
deductiva unificada o individualidad moral, se traduce en conducta
arquetípica, que determina la sublimación o descarga de la tensión
generada por ese conflicto emocional, a través de una actividad que
esta en armonía con el desarrollo de las fuerzas productivas y el
conjunto de las relaciones sociales de producción, sobre las que
descansa tal nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Tenemos pues determinadas las cualidades del alma individual,
entendiendo por tal la individualidad moral, en su expresión social
como subordinación de las necesidades particulares a las colectivas.
En este ultimo aspecto cuando la tendencia a la dispersión social,
que se expresa en la amplitud demográfica, conjuntamente con el
particularismo de las organizaciones gentilicias, se produce el
proceso que lleva a la construcción de la aristocracia como clase
social.
Una vez sentado que la conciencia emocional deductiva constituye la
individualidad moral, podemos decir que esta individualidad moral es
la raíz o esencia de la individualidad, y solo será superada por la
individualidad racional, que muy pocos han alcanzado, y que en la
mayoría de los habitantes de este planeta pugna por salir, pese a la
sistemática e implacable represión de la ideología burguesa contra
esta posibilidad.
Volviendo al tema señalaremos que el alma individual o
individualidad moral se caracteriza:
a) Por expresar la sublimación arquetípica de la tensión emocional o
libidinosa, causada por los deseos reprimidos y las consecuencias de
la realización de estos.
b) La represión ideológica del deseo ocultando su existencia, por
medio de la creación de un mecanismo psíquico, que llamaremos cinismo
ingenuo, por determinar la ocultación de un deseo reprimido, a través
de una aspiración arquetípica que es la negación activa de este deseo
reprimido.
c) El efecto de esta represión o conducta arquetípica, tiene un
carácter reactivo de naturaleza defensiva frente al deseo, como
frente al castigo originado por el cumplimiento del deseo.
d) Esta negación de un deseo, que sin embargo existe como lo prueba
la adopción de una actitud moral, que expresa la negación activa de
este deseo proyectándolo fuera de la conciencia, a través de una
actividad arquetípica que es la negación del deseo reprimido pero que
presupone su existencia, pues en caso contrario la conducta moral
carecería de valor para el sujeto que la practica; siendo esta
conducta moral lo que constituye el cinismo ingenuo.
e) Con estas cuatro definiciones anteriores, tenemos el sucedáneo del
deseo reprimido, traducido en dos aspectos: a) su negación, b) su
sucedáneo compensatorio.
Resumiendo diriamos que los elementos sobre los que se fundamenta la
individualidad serian:
1) La negación del deseo reprimido por medio del cinismo ingenuo –
2) La creación del arquetipo.
3) La creación del arquetipo cognoscitivo, que determina la negación
del deseo reprimido en sentido positivo y, en el sentido negativo su
deformación hasta justificar positivamente la represión del mismo.
4) El desarrollo de una conducta arquetípica que sea la negación de
este deseo reprimido, o en su defecto la monstruosa degradación del
mismo.
5) Esta deformación monstruosa de la conducta antiarquetípica es
llevada a cabo por la individualidad moral, siendo el desarrollo
negativo de la represión moral. De hecho Dios y el Diablo son el
mismo ser aunque aparezcan como separados y opuestos, pues son la
expresión de la represión positiva y negativa del tótem cuando este
se individualiza particularizándose en la conciencia de cada
individuo.
6) La deformación arquetípica del cinismo ingenuo se expresa en las
neurosis y las psicopatías, como formas de expresión patológicas del
cinismo ingenuo.